Hoy, día de San Juan Bautista se celebra un nuevo
aniversario del natalicio del Brigadier General don Juan Antonio Lavalleja, uno
de los más destacados Tenientes del General Artigas.
Juan Antonio Lavalleja y de la Torre (Santa Lucía, Minas,
24 de junio de 1784 – Montevideo, 22 de octubre de 1853), militar y político
uruguayo. Jefe de los Treinta y Tres Orientales y Presidente de Uruguay en el
Triunvirato de Gobierno de 1853.
Hijo de Manuel Pérez de La Valleja, español, de Huesca,
estanciero acomodado, y de Ramona Justina de la Torre, española también.
Primeras luchas por la independencia
El alzamiento de su país respondiendo al alzamiento
ocurrido el 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires, tuvo en Lavalleja un decidido y
entusiasta soldado desde su inicio, que peleó en la Batalla de Las Piedras en
1811, siendo promovido a capitán en 1814.
A las órdenes de Rivera y acompañando a Artigas en la
lucha entablada contra los unitarios, se batió con Manuel Dorrego en los campos
de Guayabos, el 10 de enero de 1815, siendo este último derrotado.
Actuación durante las invasiones portuguesas.
En 1816 se produjo la invasión por parte del Reino Unido
de Portugal, Brasil y Algarve, bien vista por los enemigos de Artigas, y
Lavalleja supo desempeñarse con buen éxito contra los extranjeros en la región
minuana, cuyos parajes bien conocía.
En 1817 se sostuvo vigorosamente junto a Rivera en el
Paso de Cuello, contra muy superior número de soldados del general portugués
Carlos Federico Lecor. Ese mismo año contrajo matrimonio con Ana Monterroso. El
3 de abril del año 1818 una fuerza portuguesa lo hizo prisionero en el arroyo
Valentín (Salto). Remitido a Montevideo, fue trasbordado a Río de Janeiro, donde
quedó confinado en un pontón, posteriormente fue transferido a la isla Das
Cobras junto con Fernando Otorgués, Manuel Francisco Artigas y Leonardo
Olivera.
En 1821 se autorizó su vuelta a Montevideo e
inmediatamente tomó servicio en el Regimiento de Dragones de la Unión, cuyo
jefe era el coronel Rivera.
Cuando se proclamó la independencia de lo que hoy es
Brasil para constituirse en Imperio de Brasil, Rivera y Lavalleja estuvieron
junto con Lecor a favor, firmando el acta de aclamación y reconocimiento del
emperador Pedro I de Brasil, el 17 de octubre de 1822.
En 1823, se unió al movimiento revolucionario iniciado
por la logia masónica "Caballeros Orientales" y el Cabildo de
Montevideo para obtener la independencia de Brasil pero, fracasado ese intento,
partió al exilio en Buenos Aires. Allí preparó y dirigió la llamada Cruzada
Libertadora de los Treinta y tres Orientales, que buscaba liberar a Uruguay de
la dominación brasileña.
Apenas iniciada esta nueva etapa en la lucha por la
liberación nacional exhibió un afán institucionalista, promoviendo la creación
de un órgano legislativo para decidir el destino del país, a través de una
fecunda y prolífera elaboración de normas sobre los temas prioritarios para la
época.
Al pasar a Buenos Aires en 1824, las autoridades
imperiales lo declararon desertor confiscándole los bienes.
Desembarco de los Treinta y Tres Orientales.
Sus antecedentes significaban mucho para la emigración
oriental repartida en todas las Provincias Unidas del Río de la Plata, y los
planes de revolucionar la Provincia Cisplatina que lentamente se venían
tejiendo, cobraron visos de realidad. Y en combinación con los jefes que tenían
algún mando en la Banda Oriental que se hallaban dispuestos a secundar una
tentativa de revuelta, seguramente apalabrando antes que nadie al coronel
Fructuoso Rivera, al servicio del gobernador Lecor, se logró reunir tras muchos
esfuerzos, el dinero necesario para el equipo de la pequeña expedición que
desembarcando en la costa oriental, debía provocar el levantamiento de la
provincia contra sus ocupantes.
Lavalleja fue el elegido para jefe de la peligrosa
empresa, recomendado por su temerario valor y su probada audacia. La épica
hazaña se realizó el 19 de abril de 1825, tomando tierra en la orilla del Río
Uruguay, playa de la Agraciada, con unas pocas armas y al frente de un grupo
indeterminado de compañeros orientales y de otras provincias, que la tradición
denomina treinta y tres orientales, en su mayoría jefes y oficiales.
Se emprendieron operaciones ofensivas, logrando el 24
entrar en Santo Domingo de Soriano y seguir luego en busca del coronel Rivera,
al cual se le encontró en el paraje llamado Monzón el día 29. Tras corta
entrevista de los antiguos compañeros y amigos, Rivera quedó incorporado a las
fuerzas patriotas con los soldados a sus órdenes.
Existe controversia en la historia sobre si Rivera fue
sorprendido y hecho prisionero por Lavalleja en Monzón, como lo dice éste en
carta a su esposa fechada en San José el 2 de mayo, y en tales circunstancias
Rivera optó por plegarse a las huestes invasoras, o si aquello vino a ser la
consecuencia de un arreglo previamente combinado, como parece más natural, pero
Rivera necesitaba cuando menos salvar las apariencias.
La adhesión de Rivera, individuo con gran prestigio y
vinculación en la campaña, equivalió sin duda alguna a una primera batalla
ganada. Prosiguiendo las operaciones, las villas de San José y Canelones
cayeron en poder de los patriotas, y el 14 de junio era establecido en Florida
un Gobierno Provisorio bajo la presidencia de Manuel Calleros y allí, el 25 de
agosto de 1825, la Sala de Representantes proclamó la independencia de la
provincia y de inmediato declaró su unión a las demás del Río de la Plata.
Rivera batió a sus adversarios en Rincón de Haedo el 24
de septiembre y el 12 de octubre Lavalleja obtuvo su triunfo en Sarandí.
Actuaciones posteriores.
El gobierno de Buenos Aires, accionado por la creciente
presión de la opinión pública, aceptó a la Provincia Oriental como unida a las
otras, lo que significaba la guerra con el Imperio del Brasil iniciándose las
hostilidades en enero de 1826. Pero ya habían surgido las primeras disensiones
entre Lavalleja y Rivera que, si bien se acallaron casi enseguida, quedaron en
punto que volverían a estallar.
Lavalleja fue incorporado al Ejército Republicano
precisamente para alejarlo del campo de la política y marchó a la campaña de
Río Grande do Sul, tocándole hallarse en la jornada victoriosa de Ituzaingó el
20 de febrero de 1827. Siguieron sus desafectos con el general en jefe Carlos
de Alvear, lo que produjo la inacción del Ejército Republicano, mientras los
imperiales se preparaban activamente para reabrir las hostilidades. Hubo
necesidad de retirarse y Alvear se estableció en Cerro Largo y Lavalleja en el
Durazno, hasta que a la separación de Alvear, en julio de 1827, Lavalleja fue
investido con el mando superior del Ejército.
Envuelto en disidencias y ambiciones de la época, deseoso
de mando y sin la diplomacia que es atributo esencial de los hombres de
gobierno, el general Lavalleja se involucró pronto en una serie de violencias
de orden político - administrativo, culminando con la ejecución de su orden del
12 de octubre de 1827 en la que se disolvió la Junta de Gobierno que presidía
Joaquín Suárez.
La Convención Preliminar de Paz que se convino en 1828
entre el Imperio de Brasil y las Provincias Unidas, hizo a Lavalleja deponer su
dictadura y el general José Rondeau se hizo cargo del Gobierno Provisorio de la
recién creada República Oriental el 1º de diciembre.
Rebelado contra el orden institucional en julio de 1832,
fue derrotado y obligado a refugiarse en el Brasil. En 1834 reincide en su
actitud, invadiendo la República Oriental con el auxilio de Juan Manuel de Rosas,
para finalizar de igual manera que antes.
En la presidencia de Manuel Oribe, 1835-36 estando
emigrado en la Confederación Argentina, Rosas lo apoyó contra Oribe. Sin
embargo, cuando el general Rivera se rebeló contra el gobierno, a mediados del
año 1836, vino a ofrecer su espada a Oribe, desembarcando en Colonia el 1 de
agosto de 1836 al frente de un centenar de hombres.
Le fue restablecido su grado del ejército nacional, y
compartió con el general Ignacio Oribe la victoria en la Batalla de Carpintería,
el 19 de septiembre de 1836, pero también le cupo la responsabilidad de la
derrota de Palmar, el 15 de junio de 1838.
A la renuncia de Oribe en octubre de 1838, Lavalleja,
previa entrega a los riveristas de la plaza de Paysandú, cruza a Buenos Aires para
ponerse a servicio directo de Rosas, acompaño al general Pascual Echagüe, en la
invasión de 1839 y el 29 de diciembre sufren una estrepitosa derrota en la
batalla de Cagancha. Regresan y en 1840 fueron vencidos en Don Cristóbal.
El largo período de la Guerra Grande transcurrió
oscuramente para él, residente desde 1845 en el campo del Cerrito, donde tenía
su gobierno Oribe, pasó desapercibido y, según palabras de Antonio F. Díaz,
sufrió verdaderas privaciones materiales.
Después de la paz del 8 de octubre de 1851, fue dado de
alta en el ejército como Brigadier General, confiándosele la Comandancia
Militar de los departamentos de Cerro Largo, Minas y Maldonado.
Se le incluye junto a Rivera y a Venancio Flores en el
Triunvirato de Gobierno que el 25 de septiembre de 1853 sustituyó al gobierno
constitucional de Juan Francisco Giró, pero antes de cumplir un mes en sus
funciones, falleció repentinamente mientras despachaba en el fuerte de
Gobierno.
Conclusiones.
Juan Antonio Lavalleja fue capitán de Artigas, jefe de
los Treinta y Tres y General de Sarandí, ha inscripto su nombre en la Lista de
los Grandes del Uruguay, consagrándolo como uno de sus próceres.
Minas, la ciudad de su cuna, le erigió en la plaza
principal, el 12 de octubre de 1902, la primer estatua ecuestre levantada en la
República Oriental y por ley del 26 de diciembre de 1927, el departamento de
Minas tomó la denominación de Lavalleja.